Las empresas automovilísticas acostumbraban a enviar encuestas a los clientes que adquirían sus vehículos, una o dos semanas después de la compra. Hasta que descubrieron que esa información sólo les resultaba útil a la hora de la publicidad “el 98% de nuestros clientes están satisfechos…”. Pero que no les aportaba ningún dato válido sobre el vehículo, sus virtudes y fallos. La razón era sencilla, aunque tardaron en descubrirla: cuando compramos algo, nos reafirmamos en su valor, para justificar nuestra compra. Hay que esperar varios meses antes de poder obtener una información más precisa y objetiva.Lo curioso es que esto, ya estaba dicho en la Biblia:
El que compra dice: Malo es, malo es;
Mas cuando se aparta, se alaba.
Proverbios XX,14
Sobre este proverbio (como con los demás) las traducciones nos dan diferentes matices, por ejemplo, otra distinta lo expresa así:
Para el que compra,
ninguna mercancía es buena;
para el que vende,
ninguna mercancía es mejor.
Lo cual también suele ser cierto. O así:
«¡No sirve, no sirve!», dice el comprador,
pero luego va y se jacta de su compra.
Si seguimos con los proverbios, encontramos otros muchos que también nos hablan del oficio de comprar y vender:
10 Pesa falsa y medida falsa,
Ambas cosas son
abominación a Jehová.13 No ames el sueño, para
que no te empobrezcas;
Abre tus ojos, y te
saciarás de pan.15 Hay oro y multitud de
piedras preciosas;
Más los labios prudentes
son joya preciosa.
Bueno, normal ¿no? Vender es vivir. Toda nuestra vida no es más que un “yo te doy, tú me das”, y el arte de vender es el de poner en valor lo que ofrecemos para obtener a cambio el máximo de nuestro interlocutor. Y eso ya lo sabían quienes escribieron la Biblia ¿no?
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