1850. ¿De dónde vienen los Grandes Almacenes?

1850. ¿De dónde vienen los Grandes Almacenes?

Siempre hay alguien que abre caminos que los demás recorremos todos los días aunque en este caso, suela ser más frecuente hacerlo los fines de semana. ¿Podríamos imaginar nuestra vida sin los grandes almacenes?
Sus antecedentes más directos están en esos colmados “que tenían de todo” que vemos en las películas del oeste. El aislamiento y la falta de comunicaciones obligaron a esa fórmula, un sitio donde podías comprar desde harina a pólvora, siempre atendido por ese tendero de mandil que lo sabía todo del pueblo.
Pasar de eso al Gran Almacén tal y como lo conocemos hoy, no puede decirse que se deban a una sola persona, aunque de hecho, parece que el mérito debe atribuírsele a Rowland H.Macy, en Nueva York sobre 1858.
Newton dijo que él había podido llegar tan lejos “porque estaba subido en hombros de gigantes”, todos los científicos que le habían precedido. Rowland Macy podría haber dicho lo mismo, se basó en ideas que ya estaban, de hecho cuatro que hoy parecen de lo más “corrientitas”. En aquel entonces casi le cuestan la ruina, por revolucionarias:
1. La venta a precio fijo.
2. Vender más barato que otros.
3. Comprar y vender al contado.
4. Publicidad enérgica.
Su primera tienda, año 1850, se llamó “El Baratillo de Haverhill”. El texto de su publicidad merece ser reproducido:
“¡Sólo compramos al contado!
¡Sólo vendemos al contado!
¡Sólo tenemos un precio, que está marcado!
No se rebaja salvo en artículo averiado
Comprando sólo con dinero en mano mantenemos nuestro stock en constante movimiento y recibimos todos los días mercancía. Ello nos permite comprar también muchos de nuestros artículos a un precio inferior al del mercado, con lo cual nuestros clientes se benefician de nuestras gangas porque al vender únicamente al contado no tenemos cuentas incobrables y nuestros clientes no tienen que pagarlos mediante recargos en los precios.
Marcando los precios y no apartándonos nunca de ellos, cualquier niño puede comprar en nuestra casa en las mismas condiciones que la más astuta de las compradoras del distrito”.
En su primer intento, fracasó. ¿La causa? a los más astutos no les gustaba ser comparados con cualquier niño…y vender a un precio ya marcado, se veía rígido y en contra de la costumbre.
Pese a esto…hoy día no concebimos esta idea como fracasada, y volvemos al principio, ¿Podríamos imaginar nuestra vida sin los grandes almacenes?

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